miércoles, 15 de abril de 2015

Comprando disciplina









-Por ejemplo, los carritos de la compra. ¿Para qué te crees que está el euro?


- …


- ¡Para que no nos lo llevemos! Para eso están. Y es una lástima que sea así, y más aún que sea lo primero que pensemos nosotras.


- Si es para lo que están, no entiendo por qué no íbamos a tener que pensar en ello.


- El problema es que no se nos ocurre que puedan servir para algo mejor, más útil, más práctico y vivo, pero el dinero no está a cambio de tal proeza. El dinero, en este caso, no es más que un préstamo de confianza. Podrían servir para tener que llevarlos a un punto concreto y así tener una mejor organización y reparto. Pero no lo pensamos así. Es para que no los robemos. Qué cosas, que valores si todo nuestro supuesto beneficio es poder apropiarnos de esos carros. Ya no pensamos ni en lo común al responder las preguntas, ya nada se hace por organización. Podríamos actuar así y pensar las ventajas, podríamos organizarnos sin él, y restarle importancia hasta el último de los detalles simbólicos, pero no.


- Puede que tengas razón, pero haces que todo suene tan conspiranoico que [...]


- ¿Pero no ves que todo está pensado para el engranaje? Mires donde mires, hagas lo que hagas, habrá un cimiento que te haga pensar de una determinada forma. La educación, la prensa, la justicia, los valores, ¡el público!


     Es un teatro, esto es un puro teatro. Pero es un teatro en ruinas, y del viejo mundo renace el nuevo, que en este mismo instante está creciendo.