miércoles, 15 de abril de 2015

Comprando disciplina









-Por ejemplo, los carritos de la compra. ¿Para qué te crees que está el euro?


- …


- ¡Para que no nos lo llevemos! Para eso están. Y es una lástima que sea así, y más aún que sea lo primero que pensemos nosotras.


- Si es para lo que están, no entiendo por qué no íbamos a tener que pensar en ello.


- El problema es que no se nos ocurre que puedan servir para algo mejor, más útil, más práctico y vivo, pero el dinero no está a cambio de tal proeza. El dinero, en este caso, no es más que un préstamo de confianza. Podrían servir para tener que llevarlos a un punto concreto y así tener una mejor organización y reparto. Pero no lo pensamos así. Es para que no los robemos. Qué cosas, que valores si todo nuestro supuesto beneficio es poder apropiarnos de esos carros. Ya no pensamos ni en lo común al responder las preguntas, ya nada se hace por organización. Podríamos actuar así y pensar las ventajas, podríamos organizarnos sin él, y restarle importancia hasta el último de los detalles simbólicos, pero no.


- Puede que tengas razón, pero haces que todo suene tan conspiranoico que [...]


- ¿Pero no ves que todo está pensado para el engranaje? Mires donde mires, hagas lo que hagas, habrá un cimiento que te haga pensar de una determinada forma. La educación, la prensa, la justicia, los valores, ¡el público!


     Es un teatro, esto es un puro teatro. Pero es un teatro en ruinas, y del viejo mundo renace el nuevo, que en este mismo instante está creciendo. 




martes, 3 de diciembre de 2013

Cómplices secretos

Nacionalismo alemán, racismo, expansión militarizada, homofobia, esclavitud y exterminio son sólo algunas de las claves de aquella época tan maldecida. La Alemania nazi, portadora de estos principios durante más de una década, fue capaz de, como era inevitable, dar lugar a una guerra. Cuando ésta sucede y da por finalizada esa sociedad nazi, es la misma comunidad la que es repudiada, combatida y condenada. Al igual que ocurre con el caso de la fuerte época colonial, la herida abierta era inmesurable. En el caso de los judíos fue una brecha díficil de cerrar, aunque una continua condena a esa tiranía puede servir de fácil ayuda. Nadie tardó en toda Europa y resto del mundo en cuestionarla, llevándonos así a los juicios de Nüremberg. Y ya no son sólo los principios de la persona, sino el propio miedo que se llegó a sentir es el que da lugar a que toda fuente histórica indique unanimidad global frente al suceso.


Es la propia gente que vive una situación concreta la que la siente, evalúa y critica. Es sencillamente una función vital e innata ya que al rodearte en un espacio, involuntariamente lo examinas, y ese ya es un paso. Y es igual de sencilla como necesaria debe ser la permanencia de esa crítica, porque es de ésta de la que hay que aprender. Así fue, más o menos, como lo dijo el famoso historiador apuntando, que aquél pueblo que no sepa su historia se verá de nuevo envuelto en ella. ¿Os imagináis que vuelven a desaparecer los valores de convivencia mutua? ¿De la corrupción del poder? ¿Del sometimiento obligado a las personas? De todas formas no hace falta conocer de primera mano como son esas situaciones, porque, como bien dijo Hitler, la historia la cuentan los vencedores, y puesto que él poco tiene que contar, nos quedan todos los testimonios personales, imágenes y pruebas como información directa. Incluso por quedar, nos queda hasta el sufrimiento de los propios judíos, concretamente el de sus uñas marcadas en las paredes de las famosas cámaras de gas intentando escapar. Viendo esto parece cierto que es difícil que después de Auschwitz haya poesía.


Y después de esto no te preguntas ¿cómo podrían dormir por las noches aquellos que se encargaron de estas atrocidades? Pues a día de hoy pocos de estos responsables te contestará ya que estarán en su santo sitio desde hace algunos años. Pero la contestación no sólo se la deberías exigir a los nombrados, y con esto me refiero a los altos cargos conocidos; al fin y al cabo ellos sólo planifican. Los verdaderos artífices son los que no aparecen nombrados -mayoría, por desgracia-. Aquellos que obedecen y ejecutan de la forma más simple, y nunca mejor dicho, son quienes tienen la última palabra, por así decirlo. Por así decirlo y por así relacionarlo, porque este caso ¿no os suena a algo más reciente? ¿Más en el boca-boca de la calle? Ese cierre de RTVV ¿no deja también varías preguntas sin contestar? Puede ser, pero ¿qué tendrá que ver que se cierre una cadena con que se cuestione la actitud del ejército nazi? Pues, ¿no vuelve a suceder que la última palabra no la han tenido ni directivos empresariales ni dirigentes políticos? ¿No eran los propios 'trabajadores' de la cadena los que salían, durante 2 décadas, mañana, tarde y noche frente a la cámara? Entonces, ¿no son ellos quienes nos leían las noticias directamente? Si no me dicen que me engañan, no tengo por qué desconfiar, ¿no? No tendría que pensar en la existencia de pobreza extrema cuando de lo que me hablan es de grandes proyectos faraónicos. Y ¡ojo!, que la mentira política -en términos de corrupción- molesta, pero una mentira que atente contra las personas, de forma vital, es imperdonable. A algunos aún les tiembla la voz cuando hablan del accidente del metro de Valencia...

El tema es que, aunque a muy diferentes escalas, no dejan de ser casos -conclusiones- similares. Podemos ser responsables de no estar al corriente de todos los sucesos, o de los casos de corrupción -ya que hoy en día se hace difícil contarlos- o de la propia injusticia en si. Pero, el hecho de ser consciente de ella y no condenarla es, valga la redundancia, condenarte a tu gente y a ti mismo. Lo fácil es no verlo, lo díficil es verlo pero lo ético es, sin duda, combatirlo. Ahora podrás reprochar la tesis con numerosas cuestiones filosóficas tipo: ¿y qué es lo ético?, ¿y qué es lo justo?. Podrás buscar todas las explicaciones que quieras o justificar los actos que consideres. Pero mientras lo hagas, también estarás justificando tu actitud en el supuesto caso, estarás consintiendo la continuidad. Llámate cómplice o llámate esquirol en una huelga, pero llámatelo sin ninguna duda.

Por desgracia, y como pueblo que no aprende de la historia, vuelve a aparecer una época ideal para tornar a reflexionar sobre los principios de Nüremberg. La ex-cupula del partido nazi fue juzgada por éstos, y  hoy en día no es que sea impensable una nueva dictadura en Alemania, pero ayuda a que no sucedan cosas similares a las que ocurren aquí. Cuando en España vemos como ministros, alcaldes y concejales, senadores y hasta partidos políticos enteros homenajean dictaduras similares a la alemana de los años 30, estamos viviendo el posible planteamiento de ese modelo. Cuando vemos como la pobreza extrema, desempleo excesivo y deuda escandalosa reinan en España, estamos viendo la situación en la que nace ese modelo. Cuando vemos como se impone una doctrina autoritaria y represora hacia las protestas opositoras, estamos viendo el inicio de ese modelo. Cuando veo gente que es incapaz de observar ese camino al que nos llevan... pongo canal 9.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Empatia en la retaguardia

Un petardo. Para que explotase tendrías que prenderle la mecha. Para que detonase una bomba, pulsar el típico botón. Para que suba el ascensor, pulsar otro botón. Para que suene el timbre... repetir la historia. Todas estas acciones las sueles hacer por necesidad, hasta incluso la bomba en un momento determinado. Pero, para que uno mismo pulse su propio 'botón' de acción, ¿qué tiene que pasar? ¿Cuál es la necesidad que tiene que perseguirle?

Hay que decir en defensa de algunos, que ya pulsaron su botón hace tiempo. Por ejemplo, tenemos a muchos funcionarios que lo hicieron cuando les rebajaron el sueldo hace unos años, o cuando directamente les suprimieron alguna paga de su sueldo. Pero poco apoyo recibieron de otros sectores. Ahora bien, tampoco vamos a cargar contra esos otros que no lo hicieron, ¿no? Si vivían bien, ¿para qué lo iban a hacer? De hecho, en su apoyo diré, que más tarde si explotaron algunos: por ejemplo, los estudiantes también salieron muy enfurecidos a dar vueltas por las calles gritando por las continuas medidas que se tomaban en sus centros y en la educación en general. La sanidad, que también se ve en un momento dado tocada y casi hundida, se decide también a pulsar su botón. Servicios de limpieza o bomberos, entre otros, son quienes también no les ha quedado otra que salir algún día que otro a ver qué es lo que está pasando, ya que al parecer esto es algo grave. Así pues, uno a uno y de forma individual han ido mostrando su enfado distintos colectivos, acompañados de partidos y sindicatos, gente independiente e incluso músicos dando ejemplo de lo que es una "protesta" contra lo que tomamos, como mínimo de injusto.


Pues, a día de hoy, tras todas esas mareas que se han ido formando y que parecían que no podían aspirar a más, ha aparecido una nueva: las muertes erasmus. Seguro que todos hemos escuchado muchísimas críticas por esta nueva medida de los de arriba. Desde luego que no es de extrañar, totalmente injusta con la que parece que el famosete ministro busca una muerte rápida. Pero lo que tampoco es de extrañar es que se haya llevado a cabo, porque realmente no es una tarea nada difícil. Es sorprendente leer y escuchar críticas de personas de las cuales nunca había oído nada similar, ni siquiera pensaba que tales personas imaginasen que se estaban tomando medidas injustas, que se estaba recortando, que nos estaban persiguiendo. Pero hoy el botón lo han pulsado otros: los de arriba. Han dado con la tecla que ha espabilado a otros tantos que hoy -y veremos cuanto dura la crítica- están volcados plenamente contra el asunto. Nadie se imaginaba tal cosa, pero lo que si es fácil imaginar es que saldrá adelante. Como ha salido la paralización de la convocatoria de empleo público, la privatización continua de los centros educativos y sanitarios, cobrando ambulancias y fármacos de primera necesidad, echando a gente de los hospitales y retirándoles la respiración asistida por no poder cumplir unos, curiosamente nuevos requisitos -como el polémico requisito de las becas erasmus, exacto-, los 500 desahucios diarios -con sus respectivos suicidios-, el robo de millones de pensiones, las palizas de los 'mozos de la cuadra', entre otros.


La lección hoy no es que seguimos en una supuesta crisis, ni de que hay que ahorrar/recortar, ni de nada por el estilo. La lección hoy es que nos hemos vuelto a quitar la máscara. Como siempre, la hemos vuelto a dar nosotros; como la dimos en las urnas, como la dimos al criminalizar la protesta de los mineros o mirar para otro lado como si fuese un asunto exclusivamente de ellos, como la damos a la hora de creer fielmente a los medios de comunicación y defender con uñas y dientes lo que digan, como la damos día a día en mirar nuestro ombligo como único del mundo.


Si esta estafa que han lanzado a los estudiantes erasmus ha hecho efecto para que unos cuantos más abran los ojos, perfecto. Pero, lo que si sería perfecto es que no se den un lavado de cara por poner una crítica de 140 caracteres en tuiter, compartir citas de un periodista en feisbuk o firmar en la típica página para enviar todas esas firmas al congreso, parar la medida y dar todos juntos saltos de alegría. ¿Imagináis como consiguió el movimiento obrero la reducción de la jornada laboral? Seguro que saliendo a la calle gritando "estas son, nuestras armas", "no nos mires, únete". Desde luego que lo más vergonzoso de este país no son las medidas que se toman, las declaraciones vergonzosas de la casta política o los abusos de esos perros guardianes y banqueros sinvergüenzas, sino que, siendo seguramente un 90% de la sociedad la que sufra todas las consecuencias directas, esperemos a sufrirlas personalmente y tener el agua al cuello. No nos vale que nos las cuenten, tenemos que sufrirlas, porque aquí hace ya años que se perdió la empatía por el vecino, si es que alguna vez la hemos tenido...

Pese a que suene feo, si lo piensas no me falta razón al decir que para lo manipulables que somos, poco es lo que nos está pasando. En una situación tan tremendamente insostenible, ¿nadie tiene la necesidad de pulsar el botón de la bomba de la que hablabamos?

viernes, 18 de octubre de 2013

The capital fuck

Cuando antes no lo era, ahora si. El avance siempre va acompañado del tiempo, o eso nos hacen pensar. No cabe duda de que en el 1250 cuando inventaron las gafas éstas facilitaron la vida a muchas personas. Y el mismo caso ocurre más tarde con la imprenta, el reloj de bolsillo o la penicilina. Visto así, podríamos decir que todos los nuevos inventos están encaminados a buscar un fín común, me explico. Todo invento viene de la mano de una necesidad, es decir, viene para facilitarnos la vida diaria, por así decirlo. Incluso algunos son de extrema urgencia para facilitar la vida en sí, como la penicilina. Hasta aquí puede funcionar la teoría, no obstante, lo que nunca nos han dejado lugar a pensar es que traigan algún contratiempo.


Si pusiésemos el caso de que uno de esos descubrimientos, ya sea por imposición, importancia o destino, se sobrepone por encima de los otros, esto nos podría llevar a un problema. Cuando se valora de forma desorbitada un bien, éste puede arruinar todo cuando no esté -desde luego este caso se puede extrapolar a cualquier ámbito-. Pero aquí no será otro que el dinero, y su poder, claro. Si no hubiésemos nacido en un mundo con las circunstancias bien plantadas y sus bases escritas, tendríamos la oportunidad de ver como de espectacular ha sido la importancia que se le ha dado al dinero de un momento a otro. Y el problema fundamental es que, como todo, son bienes suficientes para todos, pero no repartidos equitativamente ya que hay quienes lo manejan y dirigen. Todo esto sólo puede derivar en una cosa.



Cuando antes no lo era, ahora si es absolutamente todo un sistema mecanizado donde el único motor es el dinero. No puedes pasar un día sin pensar en él, incluso ni siquiera un mero plan para pasar algún rato. Sin darnos cuenta, y a veces dándonos, nos hemos hecho cien por cien dependientes de esos papeles y monedas que ahora dirigen todo. El mundo en su totalidad, con sus recursos y formas naturales, no es ni la mitad de parecido a lo que fue. En parte, y de forma justificada, debido a ciertas necesidades, pero son también éstas las que han sido capaces de colarse en nuestras mentes y dictar que el cambio sea brusco y determinante para que prospere o no.


Vayas donde vayas hay necesidad la cual ha movido al cambio y, así, al dinero. Cuando tú necesitas una camiseta, el dinero será capaz de mover que cabezas de grandes empresarios atiendan tu llamada y te sirvan. Si hace falta material, se explotarán los recursos naturales. Si hace falta construcción, se explotarán personas para el trabajo. Si hace falta que te llegue, se explotarán tiendas para que las busques. De esta forma es como se hace eco de esas ideas de movimiento, de cadena y de dependencia, y de ¿cómo no?, de negocio. Así como una camiseta y una televisión, tus necesidades podrán alcanzar límites que ni siquiera creeríamos si lo viésemos desde fuera. Querrás estar a la última en todo, porque no sólo es lo que te han vendido, sino lo que vende.


Mires donde mires, esa necesidad está presente. Quiénes lo hagan, hay que reconocer que hacen fenomenal su trabajo. Tampoco es que dejen claro cual es su trabajo, pero si dejan claro su "don". Consiguen manejar tu cabeza muchas veces y así manejan tu necesidad. Las crean cuando quieren y las quitan cuando les conviene, las anuncian para que las desees y te piden para que las poseas. Es el manual más básico que puedas ver, pero no lo quieres ver, porque esas necesidades son tus cadenas, y sería sin duda un error observar que estamos presos. A nadie le gusta estarlo, y sin embargo, los hay quienes piden la retirada de las dietas alimenticias de los presos. De los presos, has leído bien.


Pero, ¿te preguntas por qué serán capaces de pedir que se les deje de servir comida en la cárcel? Para ser un manual tan básico es muy valioso a la hora de contestar a las preguntas que nos hacemos. Es por la misma regla de tres por la que aparecían esas necesidades de las que hablábamos. Por ese negocio. Cuando observas que un bien gana más importancia que otro, intentarás adueñarte de él. Pero no comprendes que así tú también estás contribuyendo a que ese bien se desorine de los demás. No comprendes que si un día ganase definitivamente el bien en cuestión, deberías utilizarlo finalmente para acceder a otros que, ¿quién sabe si un día te serán de franca necesidad?. De extrema necesidad. No puedes saber si un día te apetecerá probar otros inventos; si te apetecerá ir al cine, comer, operarte de la vista o estudiar una carrera universitaria. Incluso igual hasta te interesas por aprender otros idiomas. Pero tampoco puedes saber si eso te va a ser de fácil acceso para entonces. Igual llega el día en que el dinero se ponga por delante y sea quien dicta que comida has de comer, en que casa tienes que vivir o en que universidad tienes que estudiar. Y, sin duda, lo que no puedes saber es si en vez de convertirse en un obstáculo se convertirá en un impedimento que sea capaz de dejarte con casos extremos como estos:

http://www.vdeverdadnews.com/index.php/sociedad/crisiseconomica/1819-la-censura-mediatica-silencia-que-3158-espanoles-se-suicidan-por-la-crisis-119-de-ellos-por-desahucios


De lo que si puedes estar seguro es que el día del deseo y la necesidad ya ha llegado. Y a muy gran escala además. Ya puedes poner la tele mismamente, que en cualquier programa o concurso a lo que se va no es a mostrar tu inteligencia o tus habilidades, sino a ganar dinero. Ya puedes ver pasapalabra, la ruleta de la suerte o lo que te de la real gana, pero verás que el dinero está siempre presente con luces y colores, y los concursantes babeando, y murmurando ya en qué van a gastar ese dinero. Parece que nuestra idea de triunfar en la vida es la de ganar y acumular dinero únicamente. Pero es normal, ¿qué puedes pedir, si no es dinero, en un momento en el que te quitan tu casa por 10 euros? Pero es imposible estar tan tremendamente ciego. Nos hacemos los ciegos, no queremos ver. No queremos mirar nunca a alguien que nos pida dinero en la calle para que puedan comer ese día él y su familia, preferimos pensar que "muchos" de esos que piden son grandes timadores y que lo que tratan es de dar pena; preferimos pensar que en eso consiste su trabajo, como si estuviesen orgullosos de estar en esa situación. Pero sin embargo esa es la realidad. Y la necesidad no es la que tú crees, o por lo menos si tú ,que ahora lees, te hubiese tocado vivir en el sureste asiático. ¿Imaginas que sea tal la fuerza que coja que haga de las personas seres egoístas y miserables?


Aún así, y pese a todo lo que pueda pasar, la palma del concurso se la llevan otros sin concursar siquiera en el programa. Lo hacen fuera de él, pero extremadamente bien. Actúan con un fin, el que legitime todo el proceso, justificando así los medios. Es tal el poder que han asumido tanto ellos como el dinero, que ahora cualquier medida, recorte, robo, explotación o guerras son los procesos para conseguir aquello que alimentan: la necesidad del dinero. Y lo peor, no es que lo permitamos o contribuyamos con la causa, sino que no es un proceso pacífico... y ¿quién puede saber cuándo te tocará a ti?



Vídeos muy recomendados:

Intervención del grupo "Los Verdes" en el parlamento europeo hace unos años donde se ve los extremos a los que llegan esos que lo dirigen 'todo'  http://www.youtube.com/watch?v=nqno8H-mjeY

Canción del grupo "El último ke zierre" donde ni letra ni mucho menos las imágenes tienen desperdicio http://www.youtube.com/watch?v=OqE_J6U56bM

miércoles, 9 de octubre de 2013

El arte de la guerra


Hoy, 9 de octubre, o mejor dicho, 9 d'octubre, son muchas las personas que celebran con gran entusiasmo el llamado día del País Valenciano; tomado como fiesta 'nacional', la diada, se llevan a cabo actos, representaciones, conciertos y demás actividades que tratan de conmemorar la historia y cultura de la region valenciana.


No obstante, también es en este panorama donde solemos ver que muchas de esas personas que celebran tal diada rechazan esta otra del 12 de octubre, día de la Hispanidad. El desprecio viene dado, obviamente y con toda razón, por la matanza que se celebra. Rindiendo culto a aquel hombre que dirigió sus barcos y tropas hacia el continente americano y que arrasó tanto a la población como los recursos de la zona. Colón no sólo 'nacionalizó' aquel territorio, sino que puso broche final a más de 20 civilizaciones autóctonas americanas y no menos ricas que la hispana.


Pero, ¿qué ocurre si seguimos con el repaso histórico de las famosas 'diadas'? ¿No es la misma matanza la que llevo 'el gran Jaume I' aquí en la zona mediterránea? Las tierras baleares pudieron comprobar de primera mano, como ya había ocurrido antes en Granada, la superposición de una cultura por la fuerza. Si el día 2 de enero vemos como el sector del 'españolismo' celebra la conquista de Granada por los Reyes Católicos, tal día como hoy se celebra el mismo nacionalismo agresor ávido de conquista y de hazañas bélicas que, no obstante, vienen a representar las fuerzas de la cristiandad sobre los 'sacarrenos' locales.

Si hoy se os ocurre acudir a un tipo de acto que conmemore estas 'hazañas' podréis ver como en los más profundos morritos de los asistentes rebosa el hecho de que hoy estamos en la celebración de un período que supuso el esparcimiento, como si de niebla se tratase, de la lengua y la cultura catalana.



Por esto, y por mucho más, vamos a dar un toque de atención a este nacionalismo para que al celebrar algo, que no sean las agresiones a otros pueblos, a otras culturas, o a otras lenguas. Si en Mallorca se habla mallorquín o catalán es por el mismo motivo por el que en Granada se habla castellano: por imposición guerrera y por la represión de los idiomas locales durante más de 500 años.

Que las lenguas no sean barreras, que la historia no sea un arma, y que las armas no se disparen.